jueves, 25 de noviembre de 2010

Las víctimas del terrorismo

Ayer, diversas asociaciones de víctimas del terrorismo de ETA hicieron público un comunicado sobre cómo debe ser el final de ETA y cuál debe ser el tratamiento de los presos de la banda.
En primer lugar, me gustaría mostrar mi solidaridad y cariño a las víctimas del terrorismo, no puedo ni imaginarme, porque afortunadamente no me ha ocurrido, lo que se puede sentir en esa situación.
En segundo lugar, mostrar también mi apoyo a las medidas de reconocimiento y reparación que se han ido elaborando en diferentes cámaras legislativas, y las que EB siempre ha apoyado.
Por último, ratificar que estaré presente en todos aquellos actos de homenaje a las víctimas que organicen las instituciones vascas.
Pero una vez dicho esto, también tengo que subrayar que las víctimas no tienen legitimidad para determinar cuál debe ser el diseño de la política penitenciaria o el de la legislación antiterrorista.
La legitimidad está en la representación democrática de la ciudadanía que no es otra que la de los partidos políticos presentes en las instituciones.
Las víctimas tienen un plus a la hora de reclamar verdad, justicia y reparación, pero no lo tienen a la hora de hacer política.
Las víctimas, lógicamente, hablan desde el sentimiento ya sea de pérdida, de horror o de venganza, pero en política, y menos en este tema, este tipo de sentimientos no puede ser tenido en cuenta si queremos acabar con la lacra del terrorismo de una vez por todas.

3 comentarios:

  1. Más de acuerdo imposible. Que las víctimas pidan ser escuchadas y apoyadas en su dolor,de acuerdo. Pero sus opiniones políticas son tan válidas como las mías, no pueden contar más por el hecho de ser víctimas. Por cierto, ¿por qué las víctimas del terrorismo islamista están legitimadas para opinar sobre ETA y si se negocia o no?

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  2. Muy buena pregunta, es más, cuando vino la AVT al parlamento, la persona que intervino, la presidenta, para ser exactos, perdió a su hija en los atentados del 11M. Eso sí, toda su intervención fue ETA para arriba ETA para abajo.

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  3. Discrepo.

    Las víctimas tienen derecho a opinar. El hecho de haber sufrido la violencia terrorista de cerca no cercena sus derechos como ciudadanos a constituirse en asociaciones y hacer pública su opinión. Por lo tanto, las asociaciones de víctimas -como organizaciones representativas de la ciudadanía- tienen toda la legitimidad del mundo para opinar sobre "cuál debe ser el diseño de la política penitenciaria o el de la legislación antiterrorista". Esta claro que no van a "DETERMINARLO", como Ud dice, ya que eso equivaldría a ejercer de legisladores. Pero sí tienen derecho a intentar influir legítimamente en las Instituciones. Todos lo hacen: desde el ciudadano que recoge firmas hasta los sindicatos.

    Lo que sí se debe garantizar -como bien indica el anónimo del primer comentario- es que sus opiniones valgan lo mismo que las del resto. Ni más, ni menos. Como bien indica usted, Sr. Arana, "Las víctimas, lógicamente, hablan desde el sentimiento ya sea de pérdida, de horror o de venganza", con lo cual las opiniones políticas de estos colectivos deben acogerse con cautela, proporcionándoles su justo peso. Es por ello que estoy en contra de los políticos que dicen "las víctimas siempre tienen razón". No. Las víctimas pueden opinar sobre la política antiterrorista y penitenciaria, como puede hacerlo también Lokarri, Gestoras Pro-Amnistía, o las agrupaciones de empresarios. No hay que dar un valor exagerado a sus opiniones (como hace el PP y su corifeo mediático), pero tampoco hay que dajarlo todo en un "qué penita me dais, pero estaros calladitos que de esto nos encargamos nosotros".

    Respecto a la conveniencia de que una víctima del 11-M hable de la política contra ETA, discrepo también. Se pregunta: ¿por qué las víctimas del terrorismo islamista están legitimadas para opinar sobre ETA? Respondo con otra pregunta: ¿Acaso el ser víctima de ETA te convierte en un experto en ETA? No. De igual modo, el hecho de que la hija de esta pobre señora cogiera un tren una mañana de marzo del 2004 no le convierte en una voz autorizada para hablar del islamismo radical.

    Se trata de una víctima del terrorismo que intenta, a través de una asociación legalmente establecida, de influir en la política antiterrorista de un Gobierno. Pongamos el caso de que -exagerando- en 2 años se promulgara una ley que amnistiara a los condenados por delitos de terrorismo. La ley no distingue autores, y esta señora se podría ver afectada por la normativa si -vuelvo a exagerar, a simplificar- se pusiera en la calle a los (pocos) condenados por el 11-M. Allí es a donde voy: el ser víctima de un terrorismo no te convierte en experto en él, pero tampoco en una voz desautorizada para hablar de otros terrorismos. El ser víctima de una fuente de terror no te desautoriza para hablar de la política aplicada a otra fuente diferente.

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